viernes, 13 de enero de 2012

Historia de un Reino 2

Aquello debía ser una maldita broma, una de muy mal gusto, quien había puesto una torre, con un  ángel sosteniendo una guirnalda  de oliva, a mitad del continente muerto debería estar loco, pero claro quién lo había hecho tenía la libertad de hacer lo que le diera su regalada gana, aunque eso no le quitaba el mal gusto, el elfo observó al príncipe, comprendió su pensamiento, el enano sacaba de sus botas algunas piedras;
.-Esa misma cara puse yo al verlo-.
El príncipe  se giró hacia el elfo;
.-¿Quien lo construyó?-.
El enano dijo mientras se volvía calzar la bota;
.-Eso es más viejo que los tres juntos, el último símbolo de los altos hombres, el único recuerdo que queda de ellos -.
El príncipe sintió un escalofrío, cada vez le gustaba menos y qué decir del olor, del lugar, el cielo siempre oscuro, no había luz, sino nubes que iban y venían, negras, el príncipe se preguntó;
.-¿Que le pasa el cielo?-.
El enano contestó una vez de pie;
.-Es el cielo de Terra, al igual que todo aquí está maldito -.
El príncipe suspiro, mientras suspiraba escuchó algo, algo que se arrastraba, el enano y el elfo se giraron, buscaron con la vista, pero no había nada, pero algo se arrastraba, una garra salió del suelo, una garra gigante, los tres retrocedieron;
.-¿Qué diablos es eso?-.
El elfo contestó;
.-No quiero averiguarlo-.
El enano completo;
.-¡Corran!-.
Corrieron subiendo y bajando las dunas que formaban montículos de edificios derrumbados, aquello se retorcía, moviéndose entre aquellos escombros, gritando y gimiendo, el príncipe tuvo una visión, un ser conformado de pies, brazos y otras extremidades de seres que tuvieron la mala fortuna de toparse con aquel ser, el cual se arrastraba, gimiendo, gritando, algunas de esas voces eran terribles, pero decía palabras inteligibles, aquello debía ser horrible, forman parte de un ser amorfo, monstruoso siempre en busca de alimento, algo le dijo al príncipe que ese ser le gustaban los seres humanos, el príncipe intuyó que ese ser le susurraba en su pensamiento, una explosión le separó, el polvo era espeso, el príncipe retrocedió, detrás de la nube de   polvo vio a ese ser, levantándose como gigantesco ciempiés, gritando y gimiendo, gritando y gimiendo, por la eternidad.
Una luz rompió el silencio, con gran estruendo y  gran luz, todo terminó, el príncipe vio a un gran bulto caer, pero prefirió no acercarse, el enano se le acercó junto con el elfo, no muy lejos, dos siluetas avanzaban, el elfo reconoció las ropas de aquellas dos mujeres;
.-¡Ustedes son del norte!-.
Dijo el elfo, la mujer mayor,llevaba vendado los ojos, el príncipe se dio cuenta que era ciega, una mujer más joven le seguía;
.-Y ustedes son unos imbéciles-.
El enano reconoció sus ropas, ella serán oráculos del norte.

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