viernes, 8 de junio de 2018

Evelyn

Todas las noches, Evelyn soño de nuevo a ese ser que la visitaba por las noches, ese ser negro, negro como la profunda oscuridad, como los abismos del agua más profunda, pero siempre se daba cuenta que aquellos abismos a los que caía, eran a los abismos negros del espacio, en algún lugar vio las estrellas, algunas tan hermosas, otras tan terribles que solo verlas daba un horror profundo, pero ese ser negro siempre la tomaba por el cuello, lo apretaba con fuerza y ella luchaba pero siempre perdía y moría mientras su cuerpo se desintegraba y su alma se desvanecía, siempre ese mismo sueño, siempre soñando eso, todas las noches se paraba de su cama y observaba a través de la ventana, la pálida noche a veces con luna, otras veces sin ella, pero siempre veia las estrellas, donde pensaba y recordaba, algo que había olvidado, pero sabía que lo había olvidado, algo que sabía en sueños, pero se perdió a la llegada del alba.
Evelyn poco a poco empezó a mostrarse desinteresada en los asuntos de la escuela, dejaba el estudio meticuloso por miradas extrañas a las afueras de los salones, más de un maestro la regaño, más de uno de sus amigos le llamó la atención su cambio de personalidad.
Leía con atención libros de estrellas, astronomía y astrofisica, pero no llenaba su vacío en su interior, dejó el estudio libre estas materias que le hacían aburridas, quería recordar aquello que habia olvidado más allá de las estrellas, más allá de los tiempos, pero no recordaba nada más que los trabajos que olvidaba y las materias en las cuales su desempeño bajaba.
Cansada y harta dejo de estudiar, sus amigos llegaron con una oferta, una que no podía rechazar, irse de fiesta, ella aceptó y quiso volver a sentirse joven y se bañó y se perfumó, hermoza fue a la vista, hermoza era.
Pero en la fiesta no hubo más que un vacío hueco, desenfreno absorto y nada más allá de la gutural vida de jóvenes universitarios, se aburrió tan rápido como de sus libros de materias, quiso marcharse, entonces observó a un hombre que le veía, seria un dealer, tenía a su compañera completamente drogada, ella le miró y en el vacío de sus ojos se vio reflejada;
-ven y disfruta-
dijo el dealer, ella frunció el ceño, se molestó, no quería ser la meretriz más de aquel dealer;
-Evelyn, ¿ya recordaste lo que has olvidado?-
cuestionó la joven mujer al lado del dealer;
-¿que?-
cuestionó ella;
-tus sueños Evelyn, sigue tus sueños-
el dealer entregó una sustancia, una pastilla;
-disuelve bajo tu lengua y recuerda lo que has olvidado-
dijo la joven que se acostó al lado del dealer, Evelyn, tuvo miedo, pero temió nunca más saber lo que había olvidado, se sentó frente al dealer, puso la pastilla bajo su lengua y probó la locura.
Al principio no sintió nada, no sintió nada más que su pulso, su corazón latir, se relajo, sintió algo manoseando sus muslos, se molesto y miro, era él, ese ser negro, con esos nefastos ojos rojos, con sus manos negras acariciaba sus piernas, ella le miró y ese ser en su negrura sonrió, la tomó de la mano y la llevo, la llevo a través de la sala, la gente seguía en lo suyo, pero ella caminaba al lado de ese ser negro, las ventanas ya no mostraron más la calle, mostraron espacios vacíos que poco a poco fueron llenados por gases de colores que se arremolinaban para verla y susurraban palabras en lenguas antiguas y alguna vez soñadas, la televisión mostró violaciones, decapitaciones, tormentos y asesinatos, pero nadie hacía caso, ella caminaba al lado de aquel ser que la llevaba a la profunda oscuridad, tras una puerta cayeron al vacio, un vacio infinito en el que no había arriba ni abajo, solo el ser y ella, ella se sintió desnuda y floto en lo que le pareció la nada.
Entonces de alguna forma sintió tocar tierra, abrió los ojos y observó, las murallas de una ciudad fortificada, no había gente, no había seres, no había sueños, solo ellos, el ser negro, ella, ambos en la ciudad, ella lo supo, aquella era La Ciudadsinnombre, las enormes murallas, las troneras, las armas de combate y las de asedio, todo aquello, hablaba de una gran guerra, pero no habia cadaveres, ni muertos, ni fantasmas que deambulaban por las calles, ni sombras que miraran por las ventanas, la sombra la llevó de la mano, por las enormes puertas de metal forjado con piedras preciosas, adentro se podía ver el castillo, la plaza pública y tres enormes zigurats que vigilaban la nada, juntos pasaron por los puentes colgantes, los ríos fluían con agua limpia y cristalina, pero en el reflejo Evelyn podía ver su rostro lleno de lágrimas, por lo que evitaba asomarse, al llegar al castillo giraron a la derecha y vieron el templo o sus ruinas, ella lo conocía, lo sabía, aquel era un templo, la enorme pirámide blanca, silenciosa junto a un edificio cuya cúpula era una horripilante esfera, algo había en ese lugar que le llenaba de terror y hasta la sombra pareció estremecerse en aquel lugar, tras la pirámide, pudo Evelyn mirar los murales del destino, entonces ella lo supo, lo que había olvidado, ella de niña, solía esconderse de su padrastro y se escondía debajo de su cama donde soñaba, mientras soñaba recorría caminos, pueblos y ciudades solo soñados y olvidados, estuvo en la galante coronación de un rey de dos esposas, estuvo en la coronación de una princesa, pero nunca dejaba de buscar lo que sea estuviera más allá, hasta que llegó a la Ciudadsinnombre, donde todo había comenzado, allí en los murales vio la historia de los primeros dioses, los dioses muertos, los dioses primigenios, muertos por horribles dioses oscuros y monstruosos, eso trajo el desbalance, eso trajo la muerte y el caos, la entropía fue soñada y se apoderó de los universos paralelos, entristecida, Evelyn de niña vio la lluvia caer y llena de tristeza y pena decidió bailar, bailo bajo la lluvia de la Ciudadsinnombre y encontró agrado a los ojos del único habitante de la ciudad, un ser hecho de oscuridad y este le mostró un libro, parecido al que tenía un compañero de su escuela allí leyó;

En el principio solo había una vasta negrura que extendía hasta el infinito, en aquel vacío nefasto, en el centro del universo, había una ciudad de blanca luz, se cree allí se paseaban los dioses, ya que solo a través de los más profundos soñadores se puede acceder a ella, la ciudad sin nombre permanece en silencio nefasto, mas de uno han tratado de llegar a la Ciudad Sinnombre, pero los que lo han logrado, se han perdido la locura, se han vuelto personas de dientes chirriantes, de ojos saltones y de palabras extrañas, alcanzar ese grado de sabiduría es una locura, quizá porque la locura es en sí sabiduría y el conocimiento infinito es locura infinita…

Fue entonces que una fuerza bruta la sacó del sueño, la arrastró por las profundidades de ríos, mares y tierras olvidadas, su presencia no pasó desapercibida de fuerzas nefastas y hurañas que se limitaba a seguirla con la mirada, una fuerza de absoluta locura le siguió solo para ver a dónde iba, esa fuerza estaba loca, ciega y sorda, pero estaba al tanto de su presencia, y se reía de ella, hasta que ella fue arrojada a los pies de una cruz, allí reconoció la escena, la crucificcion de cristo, un soldado romano encajo la espada en el pecho de cristo y este moría expirando, el soldado romano alzó la lanza y rugió;
-¡que lanza que mató al hijo, sea la espada que mate al padre!-
Ella escuchó a dos seres rugir de coraje, el ser de sombras, su ser negro y otro con forma de niño;
-¡que así sea!-
Rugieron ambos seres y Evelyn sintió el horror de aquella lanza la cual quemaría el mundo hasta cumplir su profecía, tras de esto, ella cayó en la densa oscuridad y despertó abruptamente, estaba en su cuarto, sus amigas dormían en el sofá, piso y en una bolsa de dormir, ella las despertó, pregunto por la mujer y el dealer, pero ninguna le supo decir nada, más que se había embriagado demás y que se había desmayado, el lunes siguiente regresó a  su rutina normal de estudiante, trato de recuperar sus notas, pero vio llegar a su compañero, los bullies le tiraron sus libros y libretas y allí vio el libro, ella lo ayudó y hasta lo defendió, le ayudo a pararse y se interesó en él y el libro, donde leyó una frase nueva;
Viajero, tu mismo te has dado la ayuda, por que ningún viajero detiene su camino, si no entra en círculos concéntricos y se ayuda a sí mismo…

Ella sonrió, y sonreiría años más tarde cuando en una fiesta se topara con ella misma y le diera a su yo pasado, láudano para recordar lo que había olvidado...