viernes, 9 de marzo de 2018

El libro de La imagen del Inicio o el Libro Maldito

Lo que estoy a punto de relatar supone  para mí una carga muy pesada que ha hecho de mi vida un infierno miserable, no hay dia que no pase pensando en las situación suscitada en aquellos días, oh, qué días aquellos de hermosa calma, cuando podía salir de casa a por la noche a ver las estrellas, pero ahora me encierro en casa lleno de horror, escribiendo en una tablet con decenas de faltas ortográficas cual hipster progresista, pero, dios mio, ¡dios mio, yo los vi, eran reales y quisiera nunca haber sabido de ellos!.
Que divertido era escuchar o ver a Jaime Maussan o a Vicente Fuentes, incluso a David Parcerisa y al famoso y excéntrico JL de Mundo Desconocido, cuando se ve y se escucha desde la ignorancia plena que causa la felicidad absoluta, porque saber demas y salir de la burbuja de la ignorancia es ser feliz, porque uno no sabe nada sobre los horrores cósmicos que nos rodean y no son nada agradables.
El horror comenzó una noche nefasta hace apenas tres meses, cuando realizaban trabajos de reparación del piso en mi casa, esta que es su casa y pueden visitarla cuando quieran, excepto ellos que saben quienes son y que son alertados por el poderoso Ojo de Ramamoth donde ninguna mentira puede ser permanecer.
En esa reconstrucción del piso el albañil llevo ante mi una caja pesada y grande, la caja parecía de hierro, pero era muy pesada y no tenía señas de haber sufrido jamás oxidamiento, dentro había un libro pesado y una libreta vieja, siendo yo un joven poco iletrado en temas de lenguas muertas, aun asi note que la escritura era parecida a la escritura Cuneiforme, pero no era de alguna lengua conocida, el libro era llamativo, mostraba un símbolo parecido a la A o Alfa griego, pero sin el palito de en medio, aquella obra era majestuosa e imponente, llenaba de ganas hojearlo, aunque no podía uno saber sus contenidos a ciencia cierta, era una especie de droga, cada vez que uno lo habría difícilmente uno podia cerrarlo, pero tras dejar el libro me di a la tarea de investigar la libreta, aquella era una libreta antigua, tendría muchos años, quizá más de veinte, mientras empezaba a hojear la libreta, encontré para mi sorpresa el nombre de mi abuelo, Thomas Roderick, mientras más hojeaba notaba las extrañas cosas que contenía la libreta, una de las hojas contenía para mi sorpresa los símbolos para la traducción del libro mayor, en las hojas de la libreta había anotaciones de sobre el libro y lo llamaba una y otra vez el Libro Mayor, pero en alguna ocasión lo llama Alfacron, que no se puede más que traducir como el Símbolo del Inicio, pues bien seguí leyendo hasta encontrar más anotaciones extrañas, este es un párrafo escrito en la Libreta…

Los creó según creyó y según su pensamiento, según sus deseos más macabros y más rastreros, sus sueños más nefastos, seres amorfos de varios hocicos, dientes chirriantes y demenciales ojos, seres de alturas insospechadas, sus cuerpos resultaban blasfemos, pero después de crearlos muy tarde se dio cuenta que creó seres no solo a imagen de su propia perversidad, si no que eran seres que encarnaban su perversidad absoluta, aquella legión de seres nefastos rugieron y llenos de su ira o demencia se alzaron contra su propio creador llenos sus hocicos de espuma, horrorizado de sus propias acciones Veliat huyó a la Ciudad Sinnombre donde pudo recargar su poder y con nuevas fuerzas les combatió y poco le faltó para ser vencido, pero las fuerzas de los dioses de la luz se unieron a él y solo así pudo vencerlos a estos seres nefastos, furioso los exilió a una bolsa de vacío entre los universos de la luz y la oscuridad, a este lugar lo llamó el Vacío, pero no todos fueron encerrados y no todos están allí locos sin mente, sino más bien, esperan a ser liberados para llevar el caos y la destrucción al universo…

Esto me pareció un tanto exagerado y absurdo, pero debo admitir que quien había escrito esto gozaba de una imaginación enorme, decidí guardar todo y llevárselo a una persona experta en el campo de la historia y de las lenguas muertas, por lo tanto se lo lleve a una persona encargada del museo de Nueva España para que me diera su opinión, aquello sería el inicio de la pesadilla que aún hoy en dia me persigue.

Quien me recibió fue una joven mujer llamada Leticia Hernández, una mujer experta en lengua española, psicología y lenguas muertas, aunque también era un personaje un tanto polémico, era sabido su absoluta devoción a la izquierda progresista y las ideas feministas más radicales, además de poseer un famoso desorden obsesivo compulsivo, la mujer aceptó verme en su oficina, un lugar vacío y carente de alma, más bien parecido a los cubículos de empresas gigantes, pero rodeado de un vacío, alguna vez visite el lugar y vi la oficina llena de reliquias, animales disecados, le daban una sensación de estar en un lugar de sabios y antiguos rituales de entre la vida y la muerte, podría ser meramente un pensamiento psicológico inducido por los libros y animales muertos, pero tenía alma, ahora era un lugar vacío.
Leticia Hernández era una mujer de estatura media, no era llamativo ni su cuerpo ni su presencia, mucho menos por sus lentes enormes que pedían a gritos ser quitados con todo lujo de violencia y no es por que fuera mujer, si no porque daba la representación infantil de maestra odiosa que odia su trabajo y odia a todos, su actitud, tampoco era muy halagadora, una mujer directora del mayor museo debería de ser un orgullo, ella lo veía como una formalidad solo para llenar los espacios de equidad, alguna ves lei que se quejaba de la diferencia de sueldos con sus predecesores, pero ese es cuento de otro libro.
Leticia Hernandez me recibió y me observó como quien mira a un ser inferior desde arriba;
-¿que me a traído Señor Roderick?-
preguntó ella directo al grano;
-este libro que encontré enterrado en casa-
ella tomó el libro y lo hojeo sin muchas ganas, mientras lo analizaba pude notar que algo en ella, una chispa de furor o emoción;
-parece letra cuneiforme-
dijo ella;
-no lo es-
dije, ella me miró con mirada fulminante;
-eso ya lo se-
contestó bruscamente;
-no parece libro de códices o histórico, es un libro muy bien creado, no tendrá más de cien años, no es una reliquia ni nacional ni del estado, podrá quedarselo-
sus palabras me cayeron como balde de agua fría;
-tomaré muestras de las hojas, unas fotografías de sus caracteres, le tendré un reporte de los avances en una semana-
yo acepte sin más, la mujer me habló por última vez;
-una cosa mas, solo por seguridad del propio libro, no se lo muestre a nadie-
yo asentí, una vez que ella tomó las muestras procedi a marcharme y me fui a casa, pasaron los días y poco a poco me fui olvidando del tema, hasta que una tarde recibí una llamada, de parte de Anna Hernandez de parte de Leticia, quería verme en un café del centro, acepte, no supe el por que de los intermediarios, pero asistí, allí encontré a una pareja entristecida, Anna debía ser la hermana gemela de Leticia;
-¿dónde está Leticia?-
cuestione, Anna se paró queriendo golpearme, pero su marido la detuvo;
-¿no lo sabe?-
esta vez me sorprendí, pero el hombre me mostró un diario, yo no era cliente frecuente de los periódicos, pero descubrí con asombro en la primera plana, que Leticia Hernández se había suicidado, quede impactado, el hombre sacó de un sobre fotos y archivos que había tomado Leticia;
-los exámenes de carbono catorce resultaron imposibles, lo se por que yo hice las pruebas, en las hojas hay papel papiro, el mismo que usaban los egipcios y faraones, pero las hojas fueron bañadas con alguna capa de aleaciones de oro, platino, grafito y diamante, quien hizo el libro tenía un gran conocimiento en materiales, pero me desconcierta que ciertos materiales no son de la tierra o no pude identificarles, las palabras concuerdan con algunos versos de Zecharias  Sitchin, conocido timador sobre temas de Sumeria y los Anunnaki, pero...-
el hombre pareció llenarse de algún horror incierto para mi;
-este libro representa una completa locura, pero el hecho de que tenga que ver con el suicidio de la muerte de mi cuñada, nadie quiere saber nada más sobre su libro, investigue por su parte, pero no vuelva a molestarnos-
ambos se pararon y se prepararon para irse, pero me entregaron algo antes de marcharse;
-tomé, esta es la nota suicida, pero solo se la dejo a usted-
tome la nota y lo leí;

Señor Roderick ellos quieren verlo y quieren el libro...

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