jueves, 3 de marzo de 2016

Atraves de la Oscuridad 3

Como todos los días en el trabajo, limpiaba yo la cocina del restaurante Freshco, yo trabajaba en un prestigioso hotel cinco diamantes, todo era una horrible rutina, despertar, desayunar, ir al trabajo, comer, limpiar hasta terminar el turno, todo era tan rutinario, hasta ese día que comenzó todo, uno no sabe cuando empiezan las cosas, pero por lo general comienzan como copos de nieve hasta volverse enormes bolas de nieve queriéndote aplastar, mientras trabajaba, llamo mi atención la terrible cara de terror que puso Isaias, un cocinero cuando se le ordeno quedarse a terminar de guardar los productos alimenticios hasta las 11 de la noche, trato de excusarse, pero el Cheff no se lo permitió, casi lo amenazo para quedarse, el ayudante de Cheff tuvo que resignarse, trabajo muy mal, de por si su desempeño era pobre pues aun era practicante, ahora fue peor, paso la tarde, cayo la noche y cada uno de los cheff se fue yendo, hasta quedarnos cinco, el Cheff, dos cocineros A e Isaias, mas yo que limpiaba platos y cazuelas, no era un trabajo agraciado, pero era trabajo, cuando una mujer sabe que trabajas de eso de inmediato te dejan, crees que eres inferior, si tan solo se dieran cuenta, que no hay inferiores o superiores, todos somos cerdos revolcándonos en el mismo lodo, Isaias me mostró un refresco de cola, botella de 600 ml, un tesoro, un lujo raro en un hotel como ese, no teníamos permitido beber refrescos en áreas de trabajo, esa presentación solo se vendía a huéspedes, le habría costado conseguirla;
-amigo, quédate hasta que cierre el local, para irnos juntos-
me ofreció la botella de refresco, yo pensé unos segundos, pero de inmediato la tome y la escondí;
-¿tienes miedo a quedarte solo?-
cuestione;
-no es eso, son los otros, no lo entenderías-
Isaias se puso a terminar los platillos que tenia pendientes, yo proseguí mi trabajo monótono, los minutos pasaban, el refresco se acabo y todo prosiguió normal, hasta que dieron las nueve de la noche, entonces todos a limpiar y recoger, a la media se fueron los cocineros y el Cheff, Isaias se puso a guardar toda la comida, pasaron los minutos y como terrible suspenso Isaias se ponía cada ves mas nervioso, mientras terminaba lo mio, lo escuche decir;
-ellos reptan en la oscuridad-
lo ignore, pero en verdad sentía que Isaias terminaría sufriendo un ataque de nervios, mientras terminábamos el montacargas, un elevador industrial usado para subir y bajar mercancías subió solo, esto puso los pelos de punta a Isaias, cosa que no entendí, los elevadores siempre suelen activarse por fallas de mecanismos o por humanos traviesos, pero ese montacargas tenia que cerrarse la puerta desde afuera y por dentro presionar el botón de bajada, muchas veces me vi con la mano cerrando la puerta para bajar por este, mas tarde, a las 10:20 yo ya había terminado de recoger basuras y acomodar cazuelas y platos, Isaias seguía muy nervioso, yo observaba el reloj con atención;
-amigo, ¿has pensado que sentiría estar condenado a muerte?-
lo observe con atención;
-no-
contesto secamente;
-¿que harías si estuvieras en esa situación?-
lo pensé unos segundos;
-me suicidaría, no les dejaría tener el gusto de matarme-
el se me quedo viendo como si hubiese dicho algo en otro idioma, algo que no entendiese;
-venga que nos va a dejar la oruga-
le apresure, la oruga era un medio de transporte dentro del hotel, una especie de metro que viajaba por los distintos puntos del hotel, no era nada raro perderse, el siguio en lo suyo, mientras pasaban los minutos el tipo ya llegaba al borde del colapso nervioso, yo no queria lidiar con un loco esquizoide, simple flojera, terminamos los dos y ya habían dado las 10:45;
-apúrate-
le dije, nos subimos al montacargas para no usar las escaleras, descendimos al sótano, del techo o de algún lugar arriba cayo un teléfono celular, no era muy grande, tampoco muy llamativo, parecía Android, cámara, pantalla táctil, nada raro, Isaias lo tomo;
-mira que suerte-
le dije, pero parecía haber recibido la sentencia de muerte, una ves que bajamos del montacargas fuimos a tomar la oruga, pero el no tenia prisa, cuando llegamos a la área de espera no había nadie;
-ya se fue, mierda, tenemos que esperar la que sigue-
el me miro con tristeza;
-no te das cuenta, no va a haber otra, ya se acercan, reptando como los monstruos deformes que son-
yo le observe con cierto patetismo y sorpresa;
-¿de que hablas?-
a la lejanía poco a poco se empezaban a apagar las luces, por secciones, como si fuese intencionado;
-¡ya vienen!-
en cuestión de segundos, nos quedamos en la oscuridad, suspire hondo;
-tranquilo, pronto se encenderán las plantas de reserva amigo-
le dije a Isaias, pero ya no parecía estar allí, la luz blanca del celular prendió, la pantalla estaba encendida y mostraba una llamada entrante, recogí el celular y prendí la luz, de xenón, irradiaba bastante luz, pero no la suficiente para alumbrar aquellas galerías subterráneas;
-¡Isaias!-
grite, pero ya estaba yo solo, el teléfono volvió a marcar la llamada, no mostraba el numero, conteste, pero solo se escuchaba la operadora que había marcado el numero equivocado, mientras aluzaba buscando a Isaias pensé que medio hotel saldría a mi paso gritando sorpresa, pero no pasaba nada, a los metros por el camino al restaurante se veía un bulto en el suelo, me acerque a ver y observe un gorro de cheff, debía ser de Isaias, camine con precaución, entonces me di un susto grande, el celular había activado la radio, la canción era I dont Want To Set The World On Fire, maldije al teléfono, al parecer estaba quebrado algún transistor cambiado o que se yo, mientras avanzaba buscando a Isaias llegue hasta las escaleras del restaurante, el montacargas se encendió, subió para mi molestia, me dirigí a las escaleras pero note un liquido rojo que llevaba al montacargas, me acerque para ver que veia, pero el montacargas bajo solo, pero ese no podía ser el montacargas, tenia la puerta corrediza, tenia mas botones y en ves de números símbolos, tras el montacargas había el cuerpo de una mujer, no tenia cabeza, las piernas y brazos atados como si fuese una de esas imágenes de Bondage o Bdsm, pero la mujer abría y cerraba las piernas, de su vagina salia la cuerda de acero del montacargas y salia de su cuello, me gire, todo el lugar habia cambiado, las paredes estaban demacradas, casi cayéndose, los aceros pulidos de los muebles y anaqueles ahora eran horribles y oxidados muebles, el olor a pútrido apestaba todo el lugar, en una pared leí;
El lector no debería estar leyendo esto...
me dirigí a las escaleras, pero estaban selladas con mesas, sillas, muebles de cocina, fui al montacargas y decidí subir, subí a este y sin poder quitar la mirada a la mujer subió solo a la cocina, al abrirse la puerta note horrorizado lo que yacía allí, las mesas de cocina habían sido cambiadas por mesas de tortura llenas de sangre, los refrigeradores cambiados por jaulas de tamaño humano, el oxido y horribles manchas de sangre, el área de lavado de platos y cazuelas había cambiado por una mesa de disección y anaqueles con muestras de tejidos, un par de ojos parecieron mirarme, un horrible grafiti mas lo pude observar allí decía;
¡Lector destras de ti...!

sentí un golpe en la nuca, mi cuerpo se sintió frágil, suave, flote pero caí y ya no supe mas de mi...

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