domingo, 2 de junio de 2019

TRANQUILITY SHORE 2


02
No sé cuánto tiempo ha pasado, creo haberme quedado dormido, afuera parece de día, no lo sé, el celular no marca la fecha, cada vez que abro el calendario marca error y me saca de aplicación, tengo miedo, no me había dado cuenta, pero parece que estoy siendo rodeado por un aura oscura, obscena y diabólica, quisiera que solo fuesen mis nervios, pero ya lo vi, ese hombre del sombrero, me ha visto, parece que se ha ido, no puedo saberlo, la neblina no deja ver nada, espero que así sea, el teléfono celular suena, no ha tenido señal, ni wifi, ni datos y ahora entra una llamada, no sé si contestar, nada aparece en la pantalla, parece como si no existiese el número, como si hubiese salido de la nada, de ningún lugar, tengo miedo, pero a decir verdad no sé qué hacer, suspiro hondo y contestó la llamada, tengo miedo;
-¿bueno?
Pregunto esperando algo horrible del otro lado;
-amen, hasta que se me hace hablar con alguien.
Dijo una voz cálida, humana, parece un hombre sexagenario;
-hola, soy John Lionel Allen.
El hombre suspiró aliviado;
-bendito dios, soy el padre Joan Paul Pioneer, soy sacerdote de la iglesia católica de Tranquility Shore, algo a pasado, las calles están vacías, hay una neblina monstruosa.
me sorprendí;
-he visto a un hombre monstruoso, su cabeza explota y se abre en tentáculos.
El hombre guardó silencio, casi puedo escucharlo tragar saliva;
-yo no he visto  eso, yo vi unos enanos descarnados llenos de garras y dientes, se ha galopaban en la entrada, no les vi orejas, ni ojos, pero sabían dónde estaba yo, me encerré en la capilla, soy viejo y no creo tener muchas posibilidades.
El llanto de un niño se escuchó al otro lado de la línea;
-sé que suena intrépido, pero conozco donde hay armas de fuego, eso nos ayudaría, debes venir aquí.
Trague saliva;
-¿dónde te encuentras?
Pensé en decírselo;
-en el callejón viejo de Martin Street.
Dije al fin;
-no estás muy lejos de aquí, sal a la Howard Street, camina derecho, en plaza pública está el viejo quiosco, enfrente está la iglesia.
Lo pensé muy bien;
-¿cómo voy a superar a los enanos que dijo?
El padre guardó silencio unos segundos;
-guarda mi número, cuando estés cerca saldré y los distraeré por uno de los laterales, tendremos que ser rápidos para que no entren.
Pensé en aquello;
-está bien allí nos vemos.

vi la llamada ser colgada, el número ya era mostrado con el nombre de Padre Joan Paul, eso como si hubiese estado en la memoria todo el tiempo, trago saliva, aprieto los puños, lo decidí, iré en busca del padre, pero necesito un arma, pero no tengo ninguna, vaya americano, en mi mente recuerdo los estúpidos comerciales en la radio de las tiendas de armas, ahora yo soy el estúpido, busco en toda la casa un arma, solo encuentro un cuchillo de cocina, no me gusta y la verdad no pienso usarlo, lo dejo allí, pero detrás del lavabo, puedo verlo brillar, mi salvación, una buena arma, la vieja y confiable, un pedazo de tubería rota que jure un día tirar, lo tomo, tengo miedo, abro la puerta, no veo nada, miro el celular, tengo la maldita costumbre de ver siempre la hora, ahora no veo nada más que el fondo, me paro unos segundos a ver a mi alrededor, siento que dejo mi espacio seguro, mi hogar, mi recinto, pero no quiero estar aquí, tengo la sensación de que debo huir, de que algo muy malo está sucediendo, por lo que sin más hecho a correr, salgo por el patio de la casa, abro el cancel sin mirar atrás, sabiendo que dejó el lugar más seguro que existe.

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