lunes, 12 de marzo de 2012

Historia de un Reino 4

La lluvia se había multiplicado, el príncipe, el elfo y el enano permanecían junto a las oráculos;
-ella bebió una droga para aumentar su poder ahora esta casi muerta-
El enano y el elfo le vieron;
-¿que podríamos hacer para ayudarla?-
La mujer ciega suspiro;
-¿en verdad quieres saberlo?-
El príncipe asintió;
-dale de beber de tu sangre-
Todos guardaron silencio, el elfo enfureció;
-esa es la única manera-
El elfo saco su daga y la puso en el cuello de la mujer;
-¡lo sabia, ustedes son monstruosos elfos del norte!-
La mujer sonrió;
-yo también lo sabia que todos vosotros sois unos imbéciles-
Dijo la mujer con calma;
-detente amigo-
Dijo el príncipe;
-ella salvo nuestras vidas, se lo debemos-
El enano suspiro;
-¡haced lo que queráis!-
Dijo el elfo, se retiro furioso a cierto lugar oscuro de aquella caverna;
-¿en verdad lo harás chico?-
Cuestiono el enano;
-si, ¿pero que tanta sangre?-
La mujer sonrió;
-solo humedecerle los labios-
El príncipe se corto la palma de la mano, una linea delgada corrió, el príncipe le humedeció los labios, el olor, el sabor despertaron a elfa nocturna, la cual lamió la palma de la mano del príncipe, aquello éxito al príncipe, la elfa nocturna suspiro turbandosele el cuerpo, la oráculo ciega separo la mano de la elfa y esta se puso de pie;
-disculpe, yo no quería...-
El príncipe negó con la cabeza;
-usted haría lo mismo por mi-
La elfa asintió, vio al elfo de los altos bosques, la mirada fría y cruel de aquel elfo hizo a la elfa nocturna pesar;
-escuchad-
Dijo la mujer ciega;
-nada escucho-
Dijo el enano;
Tardaron algunos minutos hasta que lo escucharon, no muy lejos, dentro de esas cavernas marchaba un ejercito, un ejercito miserable, cruel y cobarde;
-¡orcos!-
Dijo el enano, olvidando sus diferencias todos juntos huyeron.
En algún lugar de una torre oscura, Uri por fin se sentó a descansar, llevaba días huyendo de los orcos y de tantos seres allí abominables, no muy lejos escucho un ruido, algo se arrastraba a su dirección, cansada, molesta y triste sostuvo su báculo contra ella y lloro.

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