Es curioso cómo cambian las cosas
con el tiempo, sólo para darte cuenta que no han cambiado nada...
Cristina y Vincent habían acompañado
a Alexandra hasta el aeropuerto internacional, donde abordaría un
vuelo en conexión hacia Nueva York;
-¿No te parece precipitado viajar
después de lo acontecido?-
Cristina sonrió mientras veía a su
madre;
-Me siento muy mal en este lugar, en
este pueblo, quiero salir y respirar otros aires-
Vincent observo atento;
-además que creo que el acontecimiento
pasado me molestó bastante, necesitó salir y observar de nueva
cuenta mi antiguo país-
Vincent sonrió;
-está bien mamá-
Alexandra observó a Vincent;
-Cuida de ella en mi ausencia, no se
porten mal y no hagan fiestas en la casa-
Cristina rio mientras que Vincent
entendía que se trataba de una especie de orden;
-está bien mamá-
Vincent se despidió junto con Cristina
de Alexandra;
-dile a tu padre y al noble señor Wolf
que lamento salir así, pero cuando regrese les veré de inmediato-
Vincent asintió;
-pasajeros del vuelo 86 de Aeroméxico
pasen al abordar a la puerta número 8-
Dijo una voz mecanizada proveniente de
los altavoces de una grabación digital;
-hasta luego chicos, portense bien-
Se despidió Alexandra y se dirigió a
la sala de abordar, mientras que Vincent tenía un extraño presagio,
no supo que era pero prefirió no compartirlo.
Nueva York
Alexandra camina por las azoteas de los
edificios, aunque algunos nuevos y otros han desaparecido el lugar es
el mismo, avanza como sombra nocturna por entre los tejados de los
rascacielos en busca de su víctima, un poderoso banquero
internacional el cual ha sido señalado para su muerte parte del
Nigromante, ella sabe que se trata de algo fácil, pues por lo
general estos hombres son confiados y estúpidos, lleva en su cuerpo
una pequeña bolsa de tela amarrado en la cual posee una poderosa
arma en caso de que haya un enfrentamiento bastante serio, por fin
permanece en la azotea del hotel Hilton Paraíso, donde espera atenta
las señales para el ataque.
Una mujer avanza por el hotel Hilton
Paraíso acompañada de su hija una jovencita de tan sólo 12 años,
avanza hasta los elevadores donde presiona el piso número 11, su
hija le observa y ésta le sonríe, pero dentro de poco no habrá
nada de que sonreír, ella se maldice a sí misma por tener que
utilizar a su hija para ganar dinero, pero de otra forma no habrá
que comer, incluso si ella misma se prostituyese no ajustaria el
dinero, la mujer sabe que ese hombre paga bastante bien y con suerte
puede volverse un cliente constante, sin embargo aún dentro de ella
le remuerde la conciencia se muerde el labio y trata de ignorar todo
eso, el elevador por fin se detiene y abre sus puertas, caminan hasta
la habitación donde un grupo de hombres armados les esperan, de una
manera poco ética son revisadas y se demuestra que no llevan algún
artefacto o arma, una vez hecho esto los guardias les abren las
puertas donde les espera este hombre.
Alexandra desciende reptando por los
vidrios como un ser nocturno, con los ojos viscerales y nefastos
buscando la ventana y el balcón adecuado, en alguna otra habitación
se dan cuenta de su presencia como una especie de bulto que es
ignorado, en otros pasa desapercibida y sin problemas, baja por fin
hasta la ventana donde observa aquel hombre, permanece en boxer
observando a una jovencita y a una mujer que observa atenta;
-eres una hermosa niña, ¿te lo han
dicho?-
la jovencita sonrió tímidamente
mientras el hombre le acariciaba la mejilla;
-tranquila todo estará bien-
una voz responde, gutural, fría y
cruel;
-No, no lo estará-
Todos observan atentos a la silueta de
esa mujer que entró por la ventana del balcón, con una destreza
impresionante, toma al hombre del cuello y le impacta en la pared;
-por hombres como tú el mundo está
como está-
Alexandra muerde su cuello dejándole
un terrible hueco por el cual brota la sangre a borbotones;
-¿qué demonios?-
gritó uno de los guardaespaldas,
Alexandra sin problemas se arrojó contra de estos, tomó a uno del
cuello y bebió de su sangre, otro de los guardaespaldas disparó su
arma impactando solamente al compañero, Alexandra arrojó el cadáver
y fue por el siguiente, al cual le destrozó la garganta y bebió de
su sangre, el último guardaespaldas observó a la mujer y a su hija
y le gritó;
-¡largo de aquí!-
La mujer huyó con su hija mientras
escuchaban disparos de arma de fuego, al final un grito de terror que
inundó el piso y parte del edificio.
Alexandra soltó el cadáver del último
guardia y observó de nueva cuenta a su víctima;
-espera, te daré lo que quieras, lo
que pidas, dinero, sólo pidelo-
Alexandra rio;
-¿qué poder posees que pueda
interesarme?, Mírame soy una cazadora, una cruel guerrera de la
noche, ¿si tuvieras algo de valor crees que vendría así a
pedirlo?-
El hombre dijo balbuceando;
-soy un poderoso alquimista no sabes
con quien te metes-
Alexandra sonrió, eso ya lo sé, me lo
dijo quien me envió;
-el Nigromante-
dijo el hombre, Alexandra sonrió y se
arrojó su nuevamente sobre el hombre bebiendo de su sangre y con sus
propios dientes y colmillos arrancó la cabeza del hombre y con este
objeto se retiró, tres minutos después arribaría la policía, un
sofisticado aparato, un teléfono celular había activado un sistema
de emergencia el cual había mandado señales a los compañeros de
este hombre.
La mujer recostó a su hija la cual
estaba terriblemente nerviosa, pero poco a poco se había ido
calmando, una misteriosa neblina entró por la ventana y se convirtió
en la pavorosa mujer, la cual observó a la jovencita a los ojos y le
dijo;
-duerme pequeña duerme, mañana
olvidarás todo, no recordarás nada de lo acontecido hoy, tranquila
y duerme que los ángeles vendrán a cantarte en coros celestiales-
la niña se durmió tranquilamente
cayendo en un sueño pesado y profundo, Alexandra observó a la
madre;
-un hijo o una hija es un regalo
divino, éste no debe ser desperdiciado-
la mujer aterrorizada abrazó a su
hija;
-yo soy la muerte en persona, si
vuelves a intentar hacer algo como lo que hiciste esta noche vendre a
visitarte y no será nada agradable-
la mujer observó la cabeza de aquel
hombre que colgaba de sus cabellos en la mano de aquella vampiresa,
está arrojo un puño de alhajas y relojes tomados de aquellos
hombres asesinados esa noche, Alexandra se acercó a la mujer y olió
su perfume y el delicioso aroma a miedo;
-perdóneme, perdóneme yo...-
Alexandra comenzó a lamer su cuello,
probando su delicioso aroma dirigiéndose lentamente los labios, Los
cuales besó tranquilamente, la mujer poco a poco empezó a excitarse
mientras que Alexandra empezaba degustar su cuerpo que pese a su edad
de 30 años era un hermoso, Alexandra desnudo la mujer y se dirigió
a lamer su vulva y vagina, la mujer poco a poco comenzó a ser
arrastrada al abismo del placer, mientras que Alexandra la masturbaba
hasta el punto del orgasmo, fue entonces que Alexandra mordió el
cuello de la mujer y ésta llegó al clímax y Alexandra bebio de su
sangre, dejándola momentos después en el abismo de la muerte, la
mañana siguiente la mujer terminaría con una extraña falta de
sangre, pero con un extraño misterioso recuerdo de una mujer, una
vampiresa.
Alexandra observó la ciudad de Nueva
York desde el edificio del Empire State, Alexandra también conocida
alguna vez como la dama de Babilonia había regresado y estaba
hambrienta, pero tenía prioridades, por entregar la cabeza de ese
banquero al Nigromante.
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