La pequeña poblacion Guatemalteca de
San Jacinto fue testigo de una horrible imagen que sobrecogera los
corazones de la pequeña nacion, la gente prefiere no hablar de
aquella terrible situacion que sucedió aquella noche de diciembre.
Un destacamento de soldados americanos,
quienes aseguraban perseguir a un poderoso ca`po d ella droga
mexicano, mataron, violaron, asesinaron, torturaron a la poblacion de
aquella comunidad, cuentan que los militares llegaron tumbando
puertas para llevarse a los padres de familia para ser torturados,
las madres e hijas eran violadas en sus propias camas, a un las niñas
que no menstruaban, los niños y jovenes fueron torturados y
golpeados, con saña les cortaron los dedos, con machetes y hachas
les mocharon las manos, algunos cadaveres fueron apilados en grupos
de mini montañas del horror humano, los militares incendiaron estos
cadaveres mientras se reian de la poblacion que lloraba de dolor y
rabia, los militares se marcharon llenos de risas cinicas y cruentas
burlas.
La poblacion San Javier fue en apoyo de
sus vecinos, que como pudieron apoyaron a la poblacion, las
autoridades no se presentarian hasta horas mas tarde, solo para decir
que habia sido todo aquello producto de guerrilleros y fuerzas
paramilitares de los capos de las drogas mexicanos, cosa que se
antojaba imposible, pues esos capos se la llevaban en las montañas y
espesuras, el dolor era sobrecogedor y nadie hablaba, solo actuaban
como robots, de manera automatica y sin sentir, ya no podian sentir.
Aquella noche que siguio a la masacre,
los perros aullaron horriblemente, llorando a sus muertos, tal ves
pidiendo por ellos, pero quienes estaban despiertos aseguraron oir
otros aullidos responderles, provenientes de la lejania, aquellos
aullidos se acercaban, los pobladores valientes se asomaban por las
ventanas de sus casas hechizas de lamina y asbesto, lo que vieron les
sorprendio, un enorme grupo de lobos habian llegado, aullando y
llorando, los lobos se marcharon sin dejar de aullar.
La mañana siguiente desperto la
poblacion con la sorpresa de que en la zona de los cadaveres llacia
un caballo negro, era tan grande y fino, pero en sus ojos corrian
lagrimas de sangre, el caballo lloraba derramando sangre, los
pobladores aunque les parecio extraño, prefirieron ignorarle, el
caballo a medio dia se habia marchado, aunque nadie lo habia visto
marcharse, pero pensaban en cosas mas tristes y terribles que esa.
La noche siguiente el caballo se
presento de nuevo, golpeo la puerta de don Ignacio, un anciano que le
habian matado a su hija, violado a su nieta y cortado tres dedos de
la mano izquierda a su nieto, el caballo ya no lloraba sangre, pero
la sangre estaba aun tierna en sus ojos, el caballo camino unos pasos
y se dio la vuelta como esperandolo, don Ignacio tomo la chamarra
vieja y sudada, sus nietos dormian, salio y fue tras el caballo,
caminaron por la vereda del pueblo, mientras caminaban se toparon con
un grupo de jovenes de San Javier, estaban tomados, pero la algarabia
y la borrachera se les habia bajado al ver el caballo, don Ignacio
les observo y les saludo, todos le conocian, pero estaban atonitos,
como si hubiesen visto algo mas, don Ignacio siguio al caballo hasta
adentrarse dentro de la malesa de la montaña, los arboles crujian,
sus ramas se mecian y chillaban, pero don Ignacio caminaba sin perder
de vista al caballo, este a veces se paraba a esperarle;
-¿eres el diablo?-
le pregunto don Ignacio, pero el
caballo no respondio, penso don Ignacio, ¿como se le ocurria
preguntarle eso a un caballo?;
-¿que es el diablo?-
le cuestiono una voz que hablaba en su
mente, fuerte y poderosa, don Ignacio estaba sorprendido, pero no
aterrado;
-¿quien eres?-
el caballo se detuvo como si lo
observase;
-mi nombre se a perdido con el paso de
los tiempos, muchos amaneceres pasaron para que todo aquel que
conociese mi nombre viviese, tus antepasados me llamaban, el espiritu
del viento-
el caballo volvio a marchar, don
Ignacio le siguio, penso en mil preguntas, pero al final solo se
limito a seguirle, el caballo se detuvo frente a una gruta, dos
hombres armados alli esperaban, al ver a Ignacio prepararon sus
armas, pero el caballo se encabrito y los hombres se detuvieron, un
grupo de hombres salieron de la cueva, entre ellos, Gamaliel
Rodriguez, lider de un grupo de narcotrafico mexicano, los hombres se
marcharon a pie sin decir nada, sin siquiera voltear;
-me han visto-
dijo para don Ignacio;
-no te haran nada, esta es tierra
sagrada-
dijo la voz, el caballo señalo la
gruta pero no se movio, don Ignacio entro decidido, sea lo que fuese
le estaban esperando, la gruta era nada anormal, tenia pasadisos,
huecos, estalactitas y estalacnitas, don Ignacio camino adentrandose
por aquella gruta donde brillaba una extraña luz eterea, la siguio
don Ignacio por el cabo de una media hora, pensando que estaba
perdido, pero al final encontro una galeria enorme, lleno de
simbolos, runas, dibujos, estatuas de culturas pasadas, algunas las
conocio, otras no, de una puerta de piedra, cuyo marco era de oro y
plata, salio un niño y un hombre, el niño vestia de cuero con capa,
muy elegante en una ropa fuera de lugar, que quiza no era ni siquiera
de alguna era en particular conocida, el hombre vestia como politico,
penso don Ignacio, de traje, corbata y sombrero, pero parecia salido
de las peliculas de los años veinte o cuarenta;
-don Ignacio, sientese-
dijo el niño señalando una roca
acomodada para parecer una silla muy curiosa;
-¿a que me han traido aquí?-
una joven salio de aquel marco, era de
piel morena clara, pelo negro y silueta fragil y dulce, era su hija,
con veinte años menos;
-Maria-
solloso el anciano que fue y abrazo a
su hija;
-padre-
dijo ella;
-¿como es esto posible?-
el niño contesto;
-¿y por que no?, las aves cantan, los
perros aullan y los caballos galopan, todo gira según las bases del
universo, aquel que conoce las bases del universo, conoce a la luz y
la luz es con el, quien haga brillar la luz de su interior podra
pararse en medio de la tormenta y detener la lluvia, por que la luz
se ha vuelto uno con el-
Maria acaricio a su padre;
-cuida de mis hijos, padre ya no lloren
por mi, donde estoy, estoy mejor-
don Ignacio se aferraba a su hija;
-debo irme-
dijo Maria, una mujer de vestido negro
y piel blanca como mafil le esperaba bajo ese marco, Maria fue con
ella y se despidio marchandose, don Ignacio quiso seguirla, pero le
detuvo el hombre de traje;
-si entras alli, jamas saldras-
don Ignacio se sento y se resigno, el
niño dijo;
-las espadas giran y danzan, siempre
danzan, tres son las espadas, Justicia, Venganza, Orgullo y Vanidad.
¿que espada eliges?-
don Ignacio no lo penso;
-Justicia-
el hombre tomo una espada de un
templete, la sujeto y la ofrecio por el pomo a don Ignacio, este la
tomo y la desenfundo, la espada al ser sacada empezo a arder en
llamas;
-para que se haga justicia, debes pagar
el precio de la sangre-
el niño coloco un cuenco, don Ignacio
puso su mano en el filo pese a las llamas y corto su mano, la sangre
broto y sobre el cuenco dejo caer la sangre, una ves casi lleno, el
hombre le hizo retirar la mano a don Ignacio, se la hizo colocar de
nuevo en el filo de la espada y su herida se cerro, el hombre tomo la
espada y la coloco en su funda;
el niño tomo el cuenco y lo arrojo a
un muro de la galeria, donde un simbolo o dibujo se hizo presente, el
dibujo de un quetzal rojo, rojo como las llamas, las llamas de llamas
de la espada, dentro de aquella imagen, don Ignacio vio la silueta de
un hombre y este le miro a el.
Don Ignacio desperto de aquel trance,
el comisario ejidal de San Javier le habia hablado, don Ignacio habia
estado alli por un largo rato, don Manuel le llevo de regreso a casa
a San Jacinto, don Ignacio sin saber que pasaba se llevo la mano a la
cara, donde tenia una herida con una venda, de que parcia haber sido
una quemadura o cortada.
Esa noche dicen, una gran luz aparecio
en la base de San Miguel, según cuentan se coloco sobre la base,
algunos dicen que era un OVNI, otros dicen que no, que era otra cosa,
pero no podrian saber decir que era a ciencia cierta, los militares
guatemaltecos salieron a ver que pasaba, de entre ellos, salieron los
militares americanos alli destacados, esa luz en forma de esfera
exploto y se volvio en forma de un ave de fuego gigante que se
expandio por los cielos, en la tierra cayo un hombre, con una
armadura roja carmesi, llevaba una espada y un escudo, los militares
sin saber que hacer rodearon al hombre con sus armas, la espada
empezo a arder en llamas.
Don Ignacio a los dias veia a sus
nietos ir a la escuela comunitaria en transporte del ejidatario de
San Javier al cual saludo, mientras pensaba en lo acontecido observo
el cielo y observo a un pequeño chubasco acercarse, regreso a casa,
alli llacia Antonia, una mujer que habia perdido a todos en su
familia habia desidido ayudar a don Ignacio con sus nietos, la mujer
ya vivia con ellos, debido a que no podia estar sola en su casa, de
pronto alguien toco a su puerta con exasperasion;
-¡don Ignacio, abrame, tiene que ver
esto!-
Don Ignacio abrio la puerta;
-mire-
le dijo Filemon mostrando un periodico,
vecino que habia perdido a una nieta en la masacre;
-¿que es?-
don Ignacio leyo impresionado;
“El dia de Ayer, tras un extraño
suseso en la base militar de San Miguel, en que aparecio una gran luz
en los cielos, los caveres de al menos cuarenta militares fueron
allados en la base militar, al parecer todos los militares fueron
asesinados, según rumores los cuerpos se les fue retirado la piel,
sus cabezas colocadas en la entrada de la base en un monstruoso
monticulo, los cadaveres fueron apilados en grupos, la base ardio
hasta sus cimientos, quedando uniformes ensangrentrados y armas de
distintos calibres por todo el lugar, aunque el gobierno se ha negado
a responder, vecinos aseguran que el batallon 114 de marines de los
USA se encontraban entre los muertos, nadie a dado declaraciones
sobre este suseso monstruoso...”
Filemon abrazo a Antonia, mientras Don
Ignacio salio de su casa, observo los cielos y respiro aliviado, fue
entonces que se dio cuenta, ya no dolia, podia pensar en su hija sin
llorar;
-quien sea, gracias-
dijo, la lluvia se detuvo, don Ignacio
observo a la cercania a un niño junto a un caballo negro, la lluvia
arrecio y asi como aparecieron aquellos dos, se marcharon...
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